La salud mental es más que un estado individual. Se relaciona con determinantes económicos, sociales, políticos, culturales, ambientales, entre otros y como parte de una construcción colectiva, la salud mental también tiene que ver con las formas en las que nos cuidamos: con nuestros amigos, nuestra familia, nuestros vecinos, los compañeros de trabajo, cuando vamos al club, en un curso, al compartir la actividad física, en la relación con nuestros hijos, incluso con los padres de los amigos de nuestros hijos y así en las redes de vínculos que nos acompañan a lo largo de la vida.

Hacer consciente nuestro recurso de alojar, el que tenemos como personas, puede transformar el día a día, en especial cuando creemos que todo nos “lleva puesto”, nos sentimos solos o quizás agobiados, o pasamos una situación difícil.

Tomarnos 40 segundos para parar, pensar y actuar y para transitar junto a otras prácticas que cuiden, puede ser de ayuda.

Acompañar o aliviar a otro con una pequeña acción, puede ayudarnos también.

Elijamos cada día un gesto de cuidado porque, aunque los laberintos pueden ser individuales, la salida es colectiva. Con cada gesto, un cuidado.